Guerrillero carlista leonés Angel San Román 1869 |
Aunque para los
historiadores, la última Guerra Carlista (1872-1876) tuvo menor repercusión en
Castilla que la precedente, no deja de ser cierto que tuvo un formidable
impacto en el Norte de Burgos, y por tanto en los Valles de Mena, Losa,
Tobalina, y toda la cuenca Norte del Ebro. Si bien, el territorio controlado
por las tropas del pretendiente se estableció sobre todo en el País Vasco y
Navarra, en el Proto-Estado creado por Carlos VII durante el conflicto se
fundaron administraciones fijas que se establecieron con una cierta estabilidad
en representación de la zona castellana, que gestionaban la actividad bélica en
el territorio.
Así, en el 1874, en el periodo
de máxima expansión de las fuerzas carlistas, éstas llegaron a establecer su
Real Junta de Castilla en Medina de Pomar, bajo la presidencia del Excmo. D.
Eugenio Albarellos. Sin embargo, la imposibilidad de mantener la seguridad de
dicha administración por no haber fuerzas suficientes para sostener el
territorio circundante, hizo que la misma se trasladara al poco a Orduña, donde
mantuvo su sede hasta Febrero de 1876, fecha en la que terminó la guerra.
La pérdida de Medina no evitó,
sin embargo, que el conflicto continuara por los valles mencionados, sobre todo
por la proximidad del frente, constituyendo los mismos una verdadera
retaguardia del Ejército gubernamental. Las acciones que se desarrollaron desde
el traslado de la Junta a Vizcaya, fueron fundamentalmente incursiones
sorpresivas (hoy las llamaríamos “operaciones de comandos”) en poblaciones sin
guarnición, o atacando aislados destacamentos enemigos, y llevadas a cabo por
pequeñas partidas. Sus misiones eran las de hostilizar los convoyes de
suministros o de contribuciones del enemigo, hacerse con fondos municipales que
eran enviados a la Junta para la financiación del ejército, el sabotaje de
instalaciones de retaguardia (ferrocarriles y telégrafos) o la saca de mozos de
los pueblos, que eran escoltados hasta el campo carlista para incorporarse a
filas.
La Guardia Civil combatió a las guerrillas carlistas en retaguardia |
Especial relevancia
adquirieron las partidas de Sebastián Campos, Ruperto Blanco y Manuel Arce. Su
actividad por la zona fue tal, que se creó una columna de operaciones en el
Valle de Tobalina, dirigida por el comandante de la Guardia Civil Juan María
Honorato, conformada por dos compañías del Regimiento de Zaragoza, una compañía
de la Guardia Civil y un escuadrón de Albuera, destinada a contener sus
ataques. Esta unidad tenía el apoyo ocasional de la contraguerrilla del Capitán
Gordejuela, centrada en Villarcayo. Una considerable fuerza de retaguardia, por
tanto que, ocasionalmente, se acantonaba en Frías, que acredita la importancia
de la insurgencia.
Mayor relevancia tuvo el Capitán
carlista Benito Vitores Pérez, originario de San Asensio (La Rioja), pero residente
en Miranda de Ebro, el cual, tras haber realizado actividades como agente
carlista en Vitoria al comienzo de la guerra, combatió en las unidades
regulares de la División de Castilla en la Batalla de Montejurra y en el Sitio
de Bilbao. Finalmente, desarrolló numerosas operaciones de infiltración de gran
impacto, como la destrucción de cuatro locomotoras en la estación de Miranda de
Ebro, la toma de Belorado (Sep. 1874), la acción de Puente Pangua (Oct 1874) o
la destrucción de 10 kilómetros de instalaciones de las telegráficas que
comunicaban Medina de Pomar y Madrid
(Sept 1875), corte que efectuó en el trayecto que las mismas tenían por el
valle de Tobalina. Siempre atacando desde territorio carlista, y haciendo uso frecuente
del vado de Tobalinilla, fue condecorado por Dorregaray, por la eficacia
magistral de sus operaciones. Sin embargo, sufrió algunos reveses de
importancia, como en la acción
empeñada ante el Capitán Gordejuela en Octubre de 1875, y en Trespaderne en
Noviembre de 1875, cuando la guerra daba sus últimos coletazos.
Guerrillero carlista mirandés Vitores Pérez |
Los estertores finales de la
misma se vivieron en Tobalina cuando el comandante Honorato aniquilaba
prácticamente a las partidas de Campos, Arce y Blanco en la acción de Herrán en Enero de 1876, en la que murió el primer cabecilla. Comunicaciones internas
del ejército alfonsino hablan de que las que fueran flamantes compañías
castellanas, no eran ya si no grupos de hombres enfermos, hambrientos y apenas
armados. Por su lado, Vitores se integró de nuevo con en el ejército regular
carlista, participando en la defensa de la Peña de Orduña contra el avance del
General liberal Quesada en Enero de 1876, y exiliándose a Francia con los
batallones castellanos que escoltaron a Carlos VII cuando cruzó la frontera.
Jose Ignacio Martínez Ruiz
Bibliografía:
- El Valle de Tobalina. Aut.: Inocencio Cadiñanos Bardeci. Ed.: Ayuntamiento del Valle de Tobalina. 1986.
- Narración Militar de la Guerra Carlista 1869-1876. Aut. y Ed: Cuerpo de Estado Mayor del Ejército. 1884.
- Hechos del valiente gerrillero D. Benito Vitores Pérez. Aut.: D. Robustiano Bustamente y Peña. Ed.: Imprenta de Agapito y cía. Burgos 1892.
Bibliografía:
- El Valle de Tobalina. Aut.: Inocencio Cadiñanos Bardeci. Ed.: Ayuntamiento del Valle de Tobalina. 1986.
- Narración Militar de la Guerra Carlista 1869-1876. Aut. y Ed: Cuerpo de Estado Mayor del Ejército. 1884.
- Hechos del valiente gerrillero D. Benito Vitores Pérez. Aut.: D. Robustiano Bustamente y Peña. Ed.: Imprenta de Agapito y cía. Burgos 1892.
No hay comentarios:
Publicar un comentario